El profesor de la Universidad Palacký de Olomouc, Jakub Hromada, se graduó de doctor con una tesis sobre la literatura del yo en la novela colombiana contemporánea. Además, es uno de los doscientos académicos radicados en más de diez países del mundo que forman parte de la Asociación de Colombianistas y realizan distintas tareas de investigación sobre ese país en el área de humanidades y ciencias sociales. Y más allá de que con los años se fue interesando cada vez más en la literatura colombiana, Jakub Hromada es, sobre todo, un académico fascinado por Latinoamérica. Un amor que comenzó allá por 1999, gracias a un viaje que realizó a los diecinueve años.
Como indica, partió del país natal sin saber una sola palabra en español y acompañó una expedición de un grupo de hidrólogos especializados de la Universidad Carolina. Por ese entonces, Hromada se estaba especializando en agricultura forestal y, justamente, a causa de que sus viajes a Latinoamérica se empezaron a hacer cada vez más frecuentes, dejó la carrera, aunque siguió estudiando español en forma autodidacta.
Poco a poco, iba dedicándose al gran tema de la literatura, de la lingüística. Estudió también el quechua gracias a una beca, y fue conociendo la literatura hispanoamericana yendo a los mercados, en la calle, sin una base académica todavía. Por eso, cuando entró a la Universidad Palacký de Olomouc a estudiar, ya tenía algunas lecturas, aunque muy fragmentarias de Sudamérica.
Luego de esas primeras experiencias como mochilero, se puso a barajar opciones para volver a la región. Aprovechó un convenio que había en Chequia con la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá. Así nació su vínculo con Colombia que, si bien se fue haciendo cada vez más profundo, empezó de un modo no tan promisorio. Era el año 2005 cuando el país enfrentaba el problema de la violencia y los secuestros. Finalmente, decidió viajar a Colombia y según dice, fue la mejor decisión porque ahí empezó a estudiar a fondo la literatura colombiana encontrando ese lado oculto del boom: autores que crecieron en el mismo ambiente que García Márquez pero no pasaron al canon.
En esos libros no tan conocidos que se terminaron convirtiendo en la columna vertebral de su tesis, tal vez no haya tanto exotismo como en Cien años de soledad, sino más bien desesperanza. Su tesis doctoral, en efecto, ofrece un análisis exhaustivo de tres autores colombianos: Héctor Abad Faciolince (foto 3), Efraim Medina Reyes y Héctor Rojas Herazo.
Los tres encuentran su identidad de un modo dialógico, es decir, a través de sus propios textos. Por ejemplo, Faciolince defiende lo literario desde su propia experiencia de hijo a quien le mataron a su padre, pero además dialoga con la herencia española de la picaresca mientras ataca la novela sicaresca, un subgénero muy vendido que nace a raíz de la figura del joven asesino a sueldo que surgió en Medellín en la década de los ochenta.
Precisamente, contra esa reducción tan estereotipada que solo ve en Colombia violencia y narcotráfico, Jakub Hromada revela que un tema muy importante de la literatura colombiana es el exilio. No solo el externo sino también el interno que, en cierto modo, inaugura José Eustasio Rivera con su clásica novela La vorágine y que continuaron muchos otros autores. Hromada agrega que esos relatos suelen ir en busca de lo auténtico y pueden leerse también como una forma de tomar distancia de lo que, en ese entonces, representaba una ciudad demasiado europeizada como Bogotá.
Especializado en ese tema que le llevó ocho años de estudio, Hromada no deja de seguir investigando porque imparte seminarios y cursos sobre la actual literatura del yo en Latinoamérica, aunque ahora poniendo el foco en las teorías feministas. Indica que una buena estrategia para aproximarse a la literatura latinoamericana es tratar de averiguar cómo leen los latinoamericanos a los europeos. Recuerda que algo que lo sorprendió mucho fue observar, en los pasillos de la Universidad Nacional de Bogotá, las novelas de Kundera junto a los tratados de Marx. Y luego de hablar mucho con sus colegas colombianos, entendió que, al no tener una herencia comunista ni tampoco familias afectadas por lo pervertido de ese poder, ellos se vinculan mucho más con la parte teórica e incluso romántica del marxismo.
Fuente: Espanol.radio.cz (Juan Pablo Bertazza). Foto 1-3, foto 4.