Motivados y también apremiados por el desastre desatado en Ucrania, los organizadores de la exhibición El dolor de los otros decidieron hacer su aporte durante estos tiempos oscuros para, al menos, intentar despertar mayor conciencia y empatía durante el conflicto iniciado por Rusia. Esta iniciativa plantea una pregunta compleja: ¿puede una imagen despertar compasión?
Con este objetivo, la muestra, que se puede visitar en el Centro de Arte Moderno de Praga, exhibe materiales gráficos impactantes. Leoš Válka, director del centro y curador del proyecto, hizo un gran esfuerzo para exponer los materiales al público con la mayor rapidez posible.
Una de las piezas más impactantes de la colección es el tríptico realizado por el fotógrafo Wilhelm Brasse en 1942 de una niña polaca llamada Czeslawa Kwoka. Los retratos fueron tomados momentos antes de que la víctima fuera ejecutada, junto con otras, en el campo de concentración de Auschwitz. Esta y otras piezas similares buscan generar un impacto en los visitantes, tocar sus corazones, con el fin de despertar mayor conciencia sobre las consecuencias de este tipo de conflictos y violencia. Muestran el potencial del arte para acercar al espectador al dolor o al sufrimiento de las personas que tienen que pasar por él.
En la exposición se pueden visitar distintos sectores, divididos por los trabajos que ha realizado cada artista. Además de fotografías, los exponentes también utilizan soportes audiovisuales para reflejar la forma en la que se difunden contenidos violentos en la actualidad. En sus intentos por reflejar los desastres causados por la guerra, los artistas han comenzado a volcarse a un estilo sintético, directo, con el que se busca transmitir de forma simple una idea compleja y difícil de procesar.
Por ejemplo, Robert Capa retrató a un soldado en el momento de su muerte. Esta foto captó la atención de los medios, se reimprimió en todo el mundo. Y acercó la guerra a la gente como si estuviera en la puerta de su casa. Se pueden encontrar varias fotografías icónicas de este tipo en la exposición. Son ejemplos de cómo incluso una sola fotografía puede desencadenar una presión pública política considerable para poner fin a la guerra, como fue el caso de la Guerra de Vietnam.
Además de contar con la participación de artistas de diversas partes del mundo, incluida Rusia, la exposición ha logrado coordinar sus esfuerzos con importantes organismos, como es el Monumento de Lidice que se ha convertido en socio de la propuesta. Lidice, pueblo aniquilado en la Segunda Guerra Mundial en respuesta directa al asesinato de Heydrich, es un ejemplo histórico de violencia contra hombres, mujeres y niños. En su momento, este evento causó tanto eco en todo el mundo que los artistas también se ocuparon de él.
Recorrer la exposición es una experiencia necesaria para entender verdaderamente el sufrimiento de las víctimas de la guerra, algo que no resulta fácil de lograr cuando la información fluye en tanta cantidad que hasta pierde relevancia. Los visitantes pueden tomarse su tiempo para admirar las obras de arte. Las exhibiciones son muy diversas, algunas monumentales, otras más íntimas, algunas súper realistas, otras muy estilizadas. Pero todas son arte, y hay algo mágico en eso.
La exposición está abierta hasta mediados de abril en DOX, el centro de arte moderno ubicado en el distrito de Holešovice de Praga.
Fuente: adaptado de Espanol.radio.cz (Maria Hammerich-Maier, Juan Manuel Muttoni; foto: Jan Slavík, centrum DOX).