La Asociación de Amistad Colombo-Checa (Asocheca) ha organizado numerosas exposiciones de los dibujos y poemas de niños de Terezín en diferentes instituciones educativas y culturales en Colombia. La exposición denominada Siempre volveré a vivir ha despertado mucho interés del público colombiano dado que muestra cuarenta copias de obras realizadas por los niños judíos confinados en el campo de concentración en Terezín durante la segunda guerra mundial. Actualmente, se está preparando el estreno de una película checo-española que homenajeará a estos niños prisioneros.
Shkid es, en particular, la historia del día a día de los niños y adolescentes del gueto, pero, sobre todo, de su admirable actitud y de la rica actividad artística e intelectual que llevaron a cabo. El director español Fernando Cortizo espera estrenar este año tanto esta película de animación como un documental sobre el campo de concentración nazi de Terezín. Aunque la película nace en España, la producción será prácticamente checa en su totalidad gracias al acuerdo con la productora Artcam Films.
La idea de realizar la película surgió hace varios años, cuando el hijo del director participó en el coro de la ópera Brundibár, de Hans Krása, famosa precisamente por haber sido estrenada en 1942 en el campo de concentración de Terezín. En el gueto fue representada decenas de veces.
La actividad cultural y festiva daba sensación de normalidad a aquellos niños y adultos recluidos que, en su gran mayoría, terminarían asesinados en el campo de exterminación de Auschwitz poco después. No obstante, Fernando Cortizo conoce esta historia unos 70 años después, cuando la obra fue presentada en el Teatro Real de Madrid con la asistencia de una de las niñas supervivientes del coro original, Dagmar Lieblová. El cineasta, fascinado por todo lo que escuchó, pudo entrevistar a Lieblová y en su cabeza empezó a gestarse un documental. Hizo varios viajes, fue a Israel, a Terezín, a Praga, a Auschwitz. A medida que investigaba, veía que lo que iba a contar necesitaría, además, de otro formato ya que un documental por sí solo no podría narrar todo lo que se sufrió. Por eso decidió realizar una película animada con la intención de ver la visión de esos niños sobre la guerra y de comunicar a aquella generación con los niños de hoy.
Para contar la historia el director ha elegido un estilo de ilustración bien conocido por todos que, curiosamente, data justo de aquella terrible época. Se trata de una técnica clásica de Disney de los años 40.
En su investigación, Cortizo descubrió también la revista literaria clandestina Vedem, que escribían adolescentes recluidos en Terezín. Entre los poemas y reflexiones de las 800 páginas que se han conservado, el director recopiló ideas y situaciones que se suceden en el largometraje. Porque, aunque los personajes sean ficticios, todo lo que ocurre en la película es estrictamente real. La historia es contada desde el punto de vista de un niño que no existió, pero los hechos históricos y las localizaciones son fieles a la realidad. Cortizo colaboró con diferentes entidades checas con el fin de conocer la arquitectura, los diseños de las calles y los momentos históricos. Además, pudo conocer a otra de las niñas que tuvieron que crecer en Terezín, Doris Grozdanovicová, la cual incluso lo acompañó por el campo de Terezín y le enseñó todas las partes del lugar.
El nombre de la poelícula es un homenaje a los niños y adolescentes de Terezín, su actitud ante el horror, su capacidad de autogestionar su situación a pesar de las dificultades. Los niños que vivían en una de las casas crearon una república propia con normas de solidaridad, resistencia y cultura, la cual denominaron Shkid. Cuando mucha gente tiende al egoísmo y a salvarse ellos mismos, esos niños decidieron optar por valores fundamentales como son las de compartir, escribir, dibujar.
Terezín, situado a 60 kilómetros al norte de Praga, fue distinto al resto de campos nazis. Se permitían actividades cotidianas, e incluso culturales y educativas, lo que no significa que fue un buen lugar, todo lo contrario. Sin embargo, los nazis lo emplearon con fines propagandísticos cuando realizaron la película El führer para presentar Terezín como un sitio de recreo ideal. Consiguieron incluso engañar a la Cruz Roja cuando en verano de 1944 sus representantes visitaron el lugar, llevándose la impresión de que los nazis trataban con humanidad a los judíos.
Lo cierto es que se calcula que de las 155 000 personas que pasaron por el campo, solo sobrevivieron 23 000. La mayor parte fueron asesinados tras ser deportados a Auschwitz u otros campos de exterminio, pero unas 33 500 personas ya murieron en el mismo Terezín debido a las malas condiciones higiénicas y la desnutrición.
Fuente: Espanol.radio.cz (Daniel Ordóñez). Página web de la película con más información: shkidthemovie.com.